TRANSBORDA YA, NO QUEDA MUCHO TIEMPO

TRANSBORDA YA, NO QUEDA MUCHO TIEMPO

Alfonso Botero G. (NC en C)

Al igual que el previsible fin de un barco que zarpa sin tener una ruta definida y un capitán que lo timonee, así ha de sucederle a este mundo, que flota a la deriva y al vaivén de unas aguas turbias y oscuras que lo llevan y lo traen de un lado para otro, sin una dirección clara, un destino incierto y con una carga de maldad y miseria tan pesada, que la única alternativa que le ofrece a sus pasajeros es el inminente hundimiento colectivo sin probabilidades de salvación.

La razón de este lamentable e inminente naufragio, no la vamos a detener buscando a quien culpar, hasta que no seamos capaces de reconocer que la causa de todo esto yace en nosotros mismos. La palabra corrupto viene del latín y hace referencia a la persona que se ha dejado corromper, depravar, envilecer, enviciar, degenerar, sobornar o cohechar. Y como en cualquier tejido biológico, la enfermedad comienza en una célula, se multiplica y se procrea hasta invadir todo el cuerpo. 

Paradójicamente, aunque vivamos señalando a los demás de enfermos por ese mal, la realidad es que todos estamos  igualmente contaminados, dado que el mismo se origina en el corazón de cada individuo. Un corazón que se alejó cada vez más de la fuente que lo creó, un corazón orgulloso que lamentablemente no tiene la forma de remediarse así mismo.

Amigo(a), permítame recordarle que la conexión espiritual que teníamos con el Padre, lastimosamente se interrumpió hace muchos años, precisamente por nuestra rebeldía, nuestra soberbia y nuestra autosuficiencia.

Este mal siempre ha estado presente en todas las generaciones de la humanidad, aunque en ciertas épocas ha tenido mayor manifestación que en otras; tal como sucediera hace unos dos mil setecientos cincuenta años, cuando Dios pone de manifiesto su ira, a través de sus profetas, y delega concretamente el encargo a un hombre llamado Miqueas, para que le llame severamente la atención al pueblo de Israel y Judá, debido a la idolatría y demás formas de pecado humano que cometían: Violencia, corrupción, explotación, e injustica;  advirtiéndoles, a los líderes que se aprovechaban del pueblo. Jueces, profetas y sacerdotes, abandonaron su responsabilidad con la verdad y usaron sus posiciones para ganancia personal. No le suena muy parecido a lo que sucede hoy dia?

Así lo registra la Biblia en el libro de Miqueas 7(12,13):

En ese día vendrán hasta ti desde Asiria y las ciudades fortificadas hasta el río, y de mar a mar, y de monte a monte. Y será asolada la tierra a causa de sus moradores por el fruto de sus obras”.

El hombre actual puede inventarse miles de mecanismos para tratar de acabar la maldad, pero nada de eso funcionará, porque el mal está arraigado en lo profundo de cada ser humano y la única manera de desarraigarlo es abriendo nuestro corazón a Jesucristo, quien vino justamente a eso, a transformar ese corazón de piedra en uno de carne, a enseñarnos a convivir, a que nos amemos unos a otros, a servir a los demás y a que entendamos de una vez por todas, que si dependemos de Dios y le creemos, tendremos la oportunidad de viajar placentera y seguramente, con un rumbo claro hacia un destino lleno de esperanza y guiado por un capitán sin igual, que no dejará que ninguno de sus “pasajeros” se pierda, ni mucho menos, que Su barco zozobre, hasta llevarnos a puerto seguro donde nos anclará para siempre a la diestra del Padre. 

¡Si señor! Créalo, ya Jesucristo lo invitó a subirse y permanecer en esta nueva arca, no desaproveche esta oportunidad, ahora depende exclusivamente de usted. De lo contrario, se arriesga a continuar flotando en el barco del mundo, cuya carga contaminada de maldad solo lleva miseria e irremediablemente su peso lo va a hundir junto con usted y probablemente con los suyos, a un abismo de tinieblas donde no hay salvación y por el resto de la eternidad. 

¡Transborda ya, no queda mucho tiempo!

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